No existen personas que sean “solo luz”. Tú tampoco lo eres. Lo siento. Hoy te animo a que bajes a la tierra e integres tus polaridades. Vamos a remover una vez más ese ego espiritual que se siente superior, “megaluminoso” y totalmente evolucionado, pero que no comprende cómo funciona este mundo de opuestos, por lo que vive enfrentado y “separado” del resto de la Creación, pues para sobrevivir ha de sentirse especial en contraposición a otros. Aquí no hay nadie que sea “solo luz”. En este plano somos luz y oscuridad. La llamada “ascensión” no consiste más que en tomar conciencia de esto y aceptar nuestra dualidad interna. Es así como surge el amor (comprensión) en ti y puedes observar el mundo con otros ojos. Con una paz interior que hasta ahora, seguramente, no has sido capaz de alcanzar.
Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Contempla de cerca esa división visceral (característica del mundo dual) que separa el mundo y a las personas en dos mitades: buenos y malos, los de luz y los de oscuridad, los ángeles y los demonios… Esa dualidad también está en ti, y no reconocerla es lo que te lleva a la guerra mental y al conflicto permanente de victimismos, miedos y batallas tan común en el mundo de la “espiritualidad” no consciente. Ahí (en esa percepción dividida) no hay paz, y nunca la vas a encontrar. Mientras no integres, no tendrás paz. Mientras no comprendas que los bandos son una creación del ego humano y que constituyen la manifestación de la polaridad en este plano, nunca tendrás paz. Me da igual de qué bando seas, porque la “ascensión” no consiste en pertenecer a un bando y “ganar”, sino en TRASCENDER los bandos, comprenderlos, observarlos desde una perspectiva superior y desapegarse de ellos.
Seguramente, llevas una gran “lista” de personas a tus espaldas que te han “decepcionado”. Personas que pensabas que eran “luz” (solo luz) y luego resultaron ser “oscuridad” (solo oscuridad)... Este pensamiento es infantil e inmaduro, e implica que todavía no has integrado las polaridades en ti mismo: como te crees solamente luz y no te atreves a mirar de cerca tu oscuridad, el menor atisbo de esta última en otras personas te solivianta y te remueve las entrañas. Juzgas, condenas, culpas, señalas al otro…, pero no te atreves a mirar en ti y a indagar en tu propia oscuridad (te resulta demasiado doloroso). Los otros, los malos. Tú, el bueno y luminoso… ¿Estás seguro de eso? Sigues dividido, y hasta que no integres todas tus partes no vas a aprender a amarte realmente ni a amar a los demás. Si no te comprendes interiormente, no podrás comprender el mundo exteriormente. No podrás amar realmente este mundo ni aplicar en él una visión de verdadero amor, comprensión y perdón. “Asciendes” cuando comprendes, no cuando condenas. Asciendes cuando estás en paz, no dividido en bandos. Asciendes cuando amas e integras TODAS TUS PARTES, y entonces, solo entonces, serás capaz de comprender y amar (aunque no compartas sus puntos de vista) a los demás.
Por: Javier López ( Almas Estelares).
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